Desde pequeños y de manera inconsciente hemos asumido que existen emociones buenas y emociones malas.

Las buenas emociones han sido asumidas como las que socialmente están aceptadas, como la alegría, donde es contagiosa, aunque muchas veces puede esconder nuestras verdaderas emociones.

Las malas emociones, básicamente todo el resto de emociones: culpa, tristeza, miedo, añoranza, etc.

¿Son las emociones realmente buenas o malas?

Realmente no.  Todas las emociones llegan a nosotros para traernos un mensaje, algo que debemos atender, algo que no hemos estado viendo y que, se necesita gestionar.

Incluso, nuestras emociones muchas veces están asociadas a eventos que ya han ocurrido hace muchos años y que nunca llegamos a gestionarlos.

Entonces, ¿cómo las gestiono?

Cuando te llegue una emoción:

  • Primero: ponle nombre. Es importante identificarla para poder comenzar a gestionarla. Es tristeza, es rabia, es miedo, qué es lo que estás sintiendo. Lo sé, es difícil muchas veces identificarlas, pero con la práctica, cada vez será más sencillo.
  • Segundo: pregúntate por qué ha llegado a ti. Ok, me siento con mucha rabia, ¿por qué ha llegado esta emoción? ¿hay algo no atendido? Muchas veces una emoción llega cuando algo no ha sido atendido en nosotras. En mi caso por ejemplo, la rabia llegaba a mí muchas veces en las noches, ya no había paciencia y cuando indagué qué no estaba atendido…¡Boom! No estaba descansando, no estaba dándome espacio para mí y mi auto cuidado durante el día, una vez que identificas esto, es más fácil atenderla y gestionarla.
  • Tercero: identificar qué te hace sentir en el cuerpo esa emoción. Muchas veces no estamos conectados con nosotros mismos y no nos damos cuenta que hay una emoción ahí escondida, que vale la pena verla para poder atenderla.
  • Cuarto: aceptarla y validarla. Ok, estoy con rabia, lo acepto, hoy no he descansado, respiro y lo valido.
  • Quinto: atenderla. Si tienes a alguien que te apoye en ese momento y pueda darte un respiro, sería ideal tomar ese apoyo, si es rabia por poca paciencia, porque no te has detenido todo el día, tal vez tomar 10 minutos de respiro y descanso puede hacer la diferencia.

Una de las cosas que más me ha costado ha sido identificar claramente qué emoción es la que estoy sintiendo. Y luego cómo gestionarla.

¿Por qué me cuesta tanto atender mis emociones?

Esto se da básicamente porque desde pequeños hemos recibido mensajes que invalidan nuestras emociones, como:

¿Por eso lloras? ¿Ya vas a llorar otra vez?

¿Acaso esa es una razón para molestarse? ¡Qué fea te ves cuando te molestas!

¿Por qué sufres? eso ya no valía la pena!, ¡ya no llores por favor!

Y muchas más, que no sólo invalidan la emoción sino que, además, le agregan culpa a nuestro sentir.

¿Qué hacer?

Escucharte a ti misma siempre será la clave, respetar tu emoción y dejarla ser.

Tener compasión por nosotras mismas, no atacarnos a nosotras mismas: Llorar no nos hace lloronas… ¡somos sensibles!

Si te cuesta identificar tus emociones o gestionarlas, escríbeme con confianza para poder ayudarte.

¡No estamos solas!

Si te gustó, sígueme en mis redes sociales:

Deja un comentario

Conóceme
Contáctame

2021 Respirama | Elaborado por DRIVEN